lunes, 27 de junio de 2011

Este es mi hogar.

Extensa frontera separa mi hogar del mundo imaginado,
pared morena y permeable donde se incrustan mis ojos y cuelgan mis brazos,
relleno de fluidos negros y órganos invisibles que dan luz a una casa indefinida.
Intercambio lágrimas por vino, trueco heces por pureza y recojo minerales para endurecer el alma.
Edificio caduco que me ha sido cedido en esta tierra, a la que no pertenezco,
agradable en el estreno, fortaleza al poco tiempo, tembloroso en la bajada, insensible en su final.
Aquí reside mi alma que dormida  se atormenta,
cien fuegos en los tejados, puertas y  ventanas abiertas,
cada luna llena renovación del cuerpo marchito,
por las fiestas en las noches en las que mi alma enloquece.
Es su destino, el caos y la desesperación,
en los cien días negros de miedo con su traje de razón.
Así es mi casa, carente de cocinas, con amplios ventanales y vistas a la tuya.
Ahora la pongo en venta pues ocuparla quieren,
olvido estos músculos que tanto amo y me marcho en vano,
pues todavía no ha llegado el momento de abrir la última puerta,
aquella que da paso a las calderas, donde todo se quema,
y en misterioso viaje se despega, como el humo de una hoguera.



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