miércoles, 19 de junio de 2013

No conforme

El gris que emana del cielo empapa el roble de la mesa,
ilumina cuencos de quinoa, verde y rojo.
Final de una primavera carente de principio, 
durante la cual el azul del cielo fue asesinado por el blanco cenizo de la tormenta,
venganza de un invierno abatido por las incandescencias de mi chimenea.
Un órgano dibuja un adagio en la espesura del comedor,
se deshacen mis entrañas mientras los violines hieren dulcemente.
Entre espesos sentimientos vuelo a ver...
a mi hijo,
jugando, 
con el perro naranja,
y un plato amarillo, 
y la negrura se rompe una vez más .
Entre melodías y gritos voy sufriendo el tiempo,
dibujando diferentes caras de alegrías y ascos.
Pierdo el mirar en el valle  de Vega,
 abrumado,
 por la evidencia de un sólo vacío,
dolorido,
por la imposición a mis pequeños,
repleto de saudade,
de vivir en trescientos sesenta grados.
Vida que duele,
segundos que amo,
tiempo bordado con hilos de música,
en infinitos manteles de plata.