perennes al odio de tantos enfermos.
Torres esbeltas que rajan el cielo,
portegen cuerpos hambrientos.
En sepulturas que adornan tu planta,
reposan los desgastados en vida,
envueltos en geológico silencio.
Cantos de boda en blancos de salina,
fiesta y muerte en tu recinto sagrado.
Así sucede en un lugar de la tierra media,
donde los piratas del África hacen leyenda,
y valientes corsarios hacen empresa.
En esa tierra roja sufrida y bella,
que hace primavera en verano y
adormece el resto del año.
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